NO PUEDO DEJAR DE SER PERONISTA.

Por Alcides Cruz

Aprendí el peronismo al compás de mi padre, enhebrando sus agujas mientras pespunteaba una solapa en la sastrería del barrio Oeste. Él defendió a los trabajadores del Vestido cuando era trabajador y a los jubilados cuando era jubilado, aunque seguía arreglando sacos y sobretodos hasta su último día de conciencia.
Tengo sensibles recuerdos de aquella vez en que un gobierno peronista en Santiago entregaba juguetes a los chicos y a mí me tocó un karting de plástico con el que jugué hasta que se rompió o lo desarmé por curiosidad. Éramos niños felices a pesar de la cuna humilde.
Desde el diario vespertino La Hora, leía para mi padre la crónica del “Crimen de Mengo”, las historias del “Alma Mula del Vinalar” y también el “Cordobazo”; más tarde fue el retorno de Perón, Ezeiza, Isabelita y Lopez Rega, los Montoneros.
A tres cuadras vivía la familia Santucho y una tarde hubo conmoción en la barriada por una redada policial. Dijeron que había logrado escapar por los techos.
Luego vino el tiempo del silencio de la palabra y el canto impuesto por las botas militares. La Tucumán de Bussi estaba cerca. Mi padre quemó libros entrañables y los discos de Horacio Guaraní en el fondo de la casa. Muchos años más tarde Guaraní me desilusionó alabando a Menem. Así se me fueron cayendo los ídolos de la infancia.
Uno se forja en el peronismo por transfusión espiritual. Algo nos dice dentro nuestro que no somos de otra clase. Pasaron Alfonsín con el fuego de la democracia, luego vino el menemato que se llevó lo mejor de mi juventud, porque rifó el futuro de la Argentina que nos queda. Hoy cuando veo a Duhalde y a toda la sarta de caraduras que lo acompañan hablar como si no hubiera pertenecido a esa época, salto de la bronca. Creen que tienen salvoconducto para el permanente reciclado.
Tengo la misma tristeza que muchos compañeros. La tristeza por tanto tiempo perdido en ilusiones que parecieron ser sueños y en sueños que se volvieron en realidades que ya no son más. Esto pasó con Kirchner. Bendita sea la hora en que quise poner en práctica ese peronismo que aprendí al lado de mi padre, como cumpliendo su pronóstico: “yo no lo voy a ver…pero vos sí algún día”. Él siempre había soñado con un gobierno nacional y popular, con la restauración del peronismo de Perón truncado en el 55, cuando la clase trabajadora era feliz. “Quiero sentir ese peronismo aunque sea parecido porque sé que los tiempos no son los mismos”. Ese fue mi pecado y mi perdición. Creí en Kirchner con todas mis fuerzas. Creía aunque él no sepa de mi existencia. Fue él quien dijo que Menen y Duhalde eran una sociedad cuasimafiosa. Fue quien puso a parir a todo el collar de intendentes corruptos del conurbano bonaerense prohijados por los oscuros intereses de ese peronismo lacra, que en nombre de Perón y Evita engañaron vilmente al pueblo por más de veinte años…veinte, en la Provincia de Buenos Aires. Así también en otras latitudes del país.
Soñé con un peronismo que se pareciera a Perón y que a lo mejor Kirchner se animaba a formar aunque el partido se llame De la Victoria o de lo que sea. Me comí el amague, y me quedó en la frente la marca de un sello de goma como señal de mi estúpida pretensión.
¿Para qué emprender un viaje si no se quiere llegar? Hoy me pregunto. ¿Para qué prometer en la plataforma electoral que íbamos a recuperar los trenes de la Patria y después avalar a un Jaime con un tren bala?
¿Dónde estaban los compañeros dirigentes sindicales cuando era el momento de la mística para defender al gobierno del ataque de la patronal agropecuaria y sus aliados? Ya me cansó ese peronismo de cotillón y efectos especiales, de movilizaciones testimoniales pero que deja sólo a sus líderes y trabajadores. NI qué hablar al pueblo.
Nadie milita con convicción sino por conveniencia; usa el ropaje de peronista pero debajo esta la piel de un bufón de feria. Hasta son concejales, intendentes y gobernadores. ¿Qué es esto de que nuestra Presidenta tenga que andar a los sablazos con los mezquinos intereses de los poderosos porque estamos desmotivados o esperando señales del más allá que nos digan qué podemos seguir siendo peronistas pero sin gastarnos demasiado? Peronismo blandengue y carente de lucha, figurativo y lleno de ademanes, cuando otros compañeros perdieron la vida o estuvieron presos por defender los ideales. Peronismo de marketing.
Para el colmo con ese “peronismo de mercadeo” nos ganaron los que usan descaradamente aquel recuerdo dejado por el gobierno del Gral. Perón para entregarlo de nalgas a los deseos carnales de los malparidos de adentro y de afuera. Aunque hoy Néstor Kirchner diga que no fue una derrota, nos ganaron una batalla posicional, nos ganaron por dentro con la ayuda de los que rompen y desgarran al peronismo desde siempre y les importa un bledo la cara que tenga; De Narváez es la máscara de sus deseos y la garantía de sus negocios. Eso es lo que vale. Mañana será Duhalde o quién sea. Ese es el famoso “carro de los triunfadores”. No un vehículo de gloria popular, sino un carromato lleno de negocios, políticos y de los otros.
Miren a Reuteman, miren a Das Neves, miren a Solá. Son los brotes del carcinoma.

Pero a pesar de todo, digo que creí en el Kirchner de la primera hora. Y qué quieren que les diga, a pesar de sus errores – porque Kirchner se equivoca compañeros…Kirchner es humano – es lo que más se parece al peronismo que yo quiero. ¿Un 30, 50, 70 %? No sé. De todas maneras, tengo un resto de fe, porque hizo más con su gestión que ningún otro. Cristina todavía me gusta más que Néstor.
A veces pienso en un Néstor Kirchner que juega a fondo y que por estas horas – con enfermedad de por medio – hace las veces de “muñeco de kermesse”. Me explico; de esos muñecos a los que uno le tira pelotazos a cambio de un premio. ¿Será una nueva ocurrencia de mi parte? ¿Acaso él puso sobre sus hombros el desgaste de este período de gobierno para despejar el camino de una Cristina 2011?
Compañeros. !Quién sabe cómo caerá la taba! Solamente de algo estoy seguro. Será condición irrenunciable, poner el cuerpo y el alma para conseguir el objetivo 2011, porque se acabaron las garantías de que la victoria se dé solamente cantando la Marcha Peronista. Dicho de otro modo: Es tiempo de Ser peronista y no de parecer peronista.