REFLEXIONES PARA EL DEBATE INTERNO


Por Alcides Cruz

La presente enumeración tiene por objeto generar el intercambio conceptual sobre nuestra marcha; no debe creerse que forman conclusiones, sino que pretenden el comienzo de una serie de pensamientos en voz alta para que los compañeros y compañeras protagonicen el debate sobre lo que nos pasa, y para ver cómo vamos. Alguien tiene que tirar la piedra en el estanque para que se refleje la luz.

1- Ausencia de trasvasamiento generacional. Desconexión ideológica de las nuevas generaciones, con anclaje inexistente de las políticas de gobierno en la sociedad para la valoración positiva de las decisiones. Hubo acumulación de poder social por identificación con lineamientos marco como por ejemplo los Derechos Humanos, pero sin permitir que el pueblo encarne en sí mismo ese proceso. Liderazgo excelente en el modelo de acumulación de poder y gobernabilidad pero mezquino en la delegación de la iniciativa. Desconfianza como cualidad sobresaliente.



2- Los cuadros políticos, técnico – profesionales de profunda raíz doctrinaria no ocuparon los sitios estratégicos de la gestión gubernativa. La equívoca idea de que se puede gobernar el Estado con mercenarios internos, híbridos ideológicos, remanentes del neoliberalismo y conversos recurrentes. Al final no se sabe quienes son los propios y ajenos. Se acumuló poder gubernativo pero no se tradujo en la creación poder popular.

3- Prevalencia del esquema de patronazgo territorial. Permanente desmovilización popular y evitación del armado de estructuras superadoras de la partidocracia. Apelación al formato frentista para diluir en él a los liderazgos emergentes y mantener el status quo de los acuerdos de cúpula. Manipulación manifiesta de la representatividad subsumiendo o reduciendo los liderazgos locales a la obediencia verticalista territorial, como mecanismo de sujeción. Sin la construcción de un nuevo basalto ideológico, que ponga en valor la conciencia social, la creación de liderazgos genuinos no por imposición y con la sostenibilidad de una corriente nacional y popular, la moral de la dirigencia es frágil, lábil y funcional a los vientos de facilismo.

4- Comunicación deficiente. Ruptura de la comunicación eficaz y eficiente con el pueblo por acción mediática opositora y por omisión del propio gobierno al no tener un plan político para las masas, bajo el supuesto de que se podían comprar la voluntad ideológica de los medios. No se alcanzó a transmitir al pueblo, las cualidades de lo nacional u popular. El pueblo gozó de los beneficios. Pájaro que comió voló. No se trabajó la comunicación con el remanente histórico para dar una nueva visión al pueblo, de que las cosas que sufrió ayer y se solucionaron hoy, no salieron de Marte, sino que fueron el fruto de su propio esfuerzo o sacrificio y debía tener conciencia para cuidar lo que tanto costó, en vidas inclusive. El remanente histórico es el pueblo mirando hacia la mesa, como perro que espera que caigan las migajas, pidiendo que le den, sin lucha, los beneficios de la civilización moderna.
Los medios contrarios al gobierno apelando a la desmemoria del presente y del pasado. Erosión sistemática y constante de la agenda gubernativa.

5- No se logró instalar a la política como proponente de soluciones. Los políticos no son bien considerados socialmente por la recurrente forma de armar estructuras circunstanciales, sustentadas en las dádivas y en el tráfico de necesidades. La democracia es frágil mientras el voto obligatorio sea considerado un mero trámite en la mentalidad social, más que la profunda decisión de soberanía popular inherente a la elección de un destino patriótico, con plataformas políticas que aseguren que nuestro país será inmune a los mecenazgos, a los gerentes políticos de las trasnacionales.

6- Insuficiente trabajo de capacitación política y militancia. Capas populares sin instrucción política, que revirtieron su situación social de desocupación o pobreza en este período y que al no estar debidamente conceptualizadas, se volvieron contrarias al modelo que les permitió surgir. La teoría de la vaca empantanada. Una vez que salió del pantano le da una patada al que la ayudó.



7- El empresariado argentino sin bandera. La burguesía nacional hace rato que fue penetrada y alterada genéticamente. Ya no responde a intereses nacionales. Los modelos del empresariado superaron ampliamente en la adaptación histórica a la capacidad de las esferas políticas. No se puede construir de la mañana a la noche un modelo nacional y popular que integre al empresariado con una visión nacionalista cuando, todo su esquema de organización corporativo, responde a sujetos mentalmente transformados en agentes de la economía mundial, conceptualmente dominada por las escuelas extranjeras y sin ninguna salvaguarda intelectual, auténticamente argentina. Las escuelas y universidades privadas son el flanco por donde los líderes empresariales construyeron la nueva ideología sin fronteras patrióticas, donde el capital y la rentabilidad son la única razón posible. La nueva ideología es la NO pertenencia, la no identidad patriótica, la concepción de entrar en el mundo globalizado como panacea permanente, el derrumbe de las convicciones de desarrollo nacional y su reemplazo por la rápida idea de crecimiento periódico, con la extracción al grado máximo de los recursos naturales, energéticos, humanos e intelectuales de una nación en pos de apostar en la mesa de juego de los intereses extravasculares del país.
La idea de no tocar nada de lo que el establishment refiere como la seguridad jurídica, con la vana esperanza de que manteniendo el status quo de los sectores dominantes, se asegura la tranquilidad gubernativa, constituye uno de los puntos vulnerables de la hora. Hubo algunos hechos concretos de decisión soberana como el caso AYSA o Aerolíneas Argentinas. No podemos negar estas decisiones, pero debemos dejar a salvo el concepto de que había estados extranjeros influyendo en esas empresas y no meramente capital privado.



8- División del Movimiento Obrero organizado por anteposición de las disputas de intereses económicos antes que por las convicciones ideológicas. Los capitales privados puros son insaciables. Verdaderos monstruos devoradores de las fuerzas creativas y productivas de la nación en la que se asientan; ante ello el sindicalismo argentino no crea efecto neutralizante; por el contrario, a ese modelo de ver los negocios con el prisma de la política, se sumaron los sectores sindicales, que por correlato y paralelismo, aprendieron en la década de la infame globalización como aggionarse a la velocidad de los posicionamientos ventajosos. El sindicalismo actual es la contraparte más popular del formato protagonizado por el establishment. El sindicalismo se volvió empresario. El espejo de uno y de otro no revela diferencias, solamente conflicto cíclicos para saber cuál es el porcentaje del reparto. El sindicalismo actual hace como que defiende al obrero, pero en el fondo funcionaliza al trabajador al modelo de producción que necesita la corporación empresarial. Eso no estaría mal, si por lo menos ambas partes lo hicieran dentro de los marcos nacionales y con una concepción uniforme de que primero está la Patria y su soberanía política, económica y social. Pero lo triste es observar a dirigentes sindicales anclados en la praxis antagónicas a los intereses del país sin escrúpulos ideológicos. No es casual el reclamo sobre la creación de una nueva central sindical, y por esa vía, el recurrente planteo del conflicto gremial con la dispersión o atomización de las bases.



Simplemente repito lo que el Gral. Perón citara del Martin Fierro: ..."no es para el mal de ninguno sino para el bien de todos".